Con la música a otra parte
Se acabaron las fiestas. Se apagaron las luces justo cuando la noria dejó de girar ya mareada de tantos días. Se sileció la música que golpeaba con fuerza los cristales de los edificios próximos al parque; un parque lleno de vida. Sé acabó y se redujo todo a papeles en el suelo y algunas manchas de dudosa procedencia.
Se fue la música pero no llegó el olvido, aún escucho sus notas que podrían ser una agradable melodía pero me matan poco a poco.
Los papeles se amontonan en mi escritorio llenos de tachones, algunos vacíos del todo presumiendo de blancura. Quizá me haya quedado sin palabras.